Ok. La Naranja Mecánica. Anthony Burgess hizo favor de escribir este libro maravilloso (e irremediablemente antecedido por su reputación) que posteriormente fuera adaptado por EL Stanley Kubrick para ser llevado a las masas a través de la gran pantalla.
Todo un choque de trenes en la más lentísima de las cámaras puesto a punto para todo el espectador que disfrute el retorcijón estomacal de observar con lupa la tragedia que trae consigo la naturaleza humana. Es sencillo: la maldad está y es en su esplendor a lo largo de este finísimo film donde no se juzgan los comportamientos humanos sino son mostrados como eventos neutros y se usan como hilo conductor para el resto de la acción del film, y sí, por el resto de la acción me refiero básicamente a la contención.
Se cuenta la historia de Alex, un chico inglés con aficiones inclinadas al hedonismo y la intelectualidad, quién tiene una bandita de amigos a los que les gusta salir y hacer desmadre en toda la extensión de la palabra y las consecuencias de llevar ésa vida.
No me meto en detalles, este filme es un referente de cultura pop por derecho propio. Por demás está que insista en que lo vean quienes no lo han visto y que lo vuelvan a disfrutar quienes lo vieron alguna vez.
No me meto en detalles, este filme es un referente de cultura pop por derecho propio. Por demás está que insista en que lo vean quienes no lo han visto y que lo vuelvan a disfrutar quienes lo vieron alguna vez.
Reportando desde el sillón: Daniela